El dilema entre mantener a los muchachos seguros pero sin clases o educándose pero con riesgo de contagio se ha incorporado, como era de esperase, al debate político.
Aunque la discusión ha radicalizado las posiciones de las partes en pugna, aquí no caeremos en la tentación de meternos a discutir sobre la pertinencia de adoptar una u otra fórmula. Trataremos, más bien, de buscarle una solución al problema. Veamos.