Así es, un accidente deportivo me condujo lamentablemente a una doble fractura de ese huesito del hombro que es tan importante para ejecutar el movimiento adecuado de los brazos. Adolorido y gracias a la recomendación de un amigo, fui a dar al consultorio en Coral Gables del Dr. Alejandro Posada.
Como no conocía al Dr. Posada decidí googlearlo para saber de sus credenciales y enterarme de su trayectoria profesional. Supe entonces que se graduó en la Universidad Pontificia Javeriana de Bogotá; que hizo su residencia en cirugía ortopédica en el Jackson Memorial Hospital de Miami; y postgrado en medicina deportiva en el Hospital General de Massachusetts. Además me enteré que el Dr. Posada estaba afiliado a prestigiosos hospitales locales: el Baptist Hospital, el Doctor’s Hospital, el Mercy Hospital y el Coral Gables Hospital.
Ante la emergencia surgida, el Dr. Posada me recibió rápidamente y, después de las radiografías y exámenes pertinentes, me recomendó someterme a una cirugía correctiva, lo cual acepté porque no veía otra solución a ese problema de salud. Por otra parte, la actitud profesional y el “don den gentes” del Dr. Posada me inspiraron la dosis de confianza necesaria para entregarme al proceso quirúrgico sin pérdida de tiempo.
En el ínterin, y para prepárarme para la operación, el Dr. Posada me remitió en buena hora al consultorio de su colega el Dr. Carlos Riveros, un excelente médico internista formado en la Universidad Militar de Nueva Granada-Colombia y en el Pinnacle Health System de Pennsylvania. Para mi complacencia, el Dr. Riveros resultó ser, además de un profesional acucioso, una excelente persona capaz de transmitir la paz necesaria y oportuna a un paciente en dificultades.
Para resumir este relato, les diré que fui internado en el Coral Gables Hospital donde se me asignó una pequeña pero confortable habitación en el 3er piso. La intervención quirúrgica comenzó, después de recibir anestesia total, como a las 6 de la tarde y terminó en un par de horas.
El Dr. Posada, de manera magistral, me reconstruyó la clavícula y la reforzó con un fleje y unos tornillos de titanio “a toda prueba”. El periodo postoperatorio inmediato, la peor parte de todo el proceso, está caracterizado por la incomodidad que produce el dolor de la herida y la dificultad de movimiento corporal. Es precisamente durante esos momentos cuando el paciente necesita de mayores atenciones y, por supuesto, de consentimiento.
Y si de buenos cuidados se trata, el Coral Gables Hospital no tiene nada que envidiarles a los mejores centros asistenciales del mundo. Su personal, desde la amable señora de admisiones hasta el personal médico y de mantenimiento, no escatiman en dispensar una sonrisa o un gesto de amabilidad para hacerle más agradable su estadía al paciente.
Yo diría que lo más importante del servicio del hospital reside en la capacidad del personal médico y de enfermeras de transmitirle al paciente la confianza de que está en manos expertas y preocupadas por su bienestar. Por todas estas razones, me veo en la obligación de manifestarle al Dr. Posada, al Dr. Riveros y a todo el personal con el que tuve la suerte de ser atendido, mi profundo agradecimiento por el trato eficiente y cálido que me dispensaron.
Y, a partir del día en el que me operé la fractura de la clavícula, el pequeño Hospital de Coral Gables y su gente han pasado a formar parte de los mejores recuerdos de mi vida…
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