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Cuando la telefonía celular se vinculó con Internet el proceso de globalización comenzó a acelerarse a pasos agigantados. En el momento en el que los teléfonos móviles comenzaron a entenderse con los computadores, la nueva red de comunicación comenzó a desparramar sus abundantes cúmulos de conocimiento e información por todas las latitudes del globo.
Tal ha sido el avance de esta fusión que en los últimos 15 años la telefonía móvil a nivel mundial ha pasado de 738 millones de suscritores en el año 2000 a más de 7 billones en la actualidad y los usuarios de Internet superan a la fecha los 3.2 billones.
Entretanto, lo que en 2004 empezó como un juego para un puñado de estudiantes de Harvard se convirtió en Facebook, la red social más importante del mundo. Desde 2006, cuando se abrió al uso público, la red ha venido creciendo asombrosamente al punto de que hoy en día uno de cada cinco habitantes del mundo tiene una cuenta en la red social o sea, unos 1.390 millones de usuarios.
Por su parte Twitter, que nació apenas en julio de 2006, ya cuenta con más de 500 millones de usuarios -una tercera parte en los EEUU- que generan sobre 500 millones de mensajes por día. Las estadísticas muestran que Facebook, Twitter y el resto de las redes sociales sirven a más de 2,078 billones de usuarios a nivel mundial.
Y, como era de esperarse, la influencia de esta simbiosis tecnológica telefonía celular-Internet-redes sociales no tardó en penetrar las estructuras tradicionales de los procesos políticos para hacerlos más participativos y, por ende, mas democráticos.
Es así que en las dos últimas campañas presidenciales de los EEUU las redes sociales han sido, junto con la televisión, la plataforma más idónea para que los mensajes de los candidatos y los debates políticos llegaran a un número inusitado de electores.
El estreno a nivel internacional de Twitter y Facebook como herramientas al servicio de la política se produjo cuando la crisis electoral de Irán de julio de 2009. A partir de ese momento, las redes sociales han sido armas poderosas para la causa de las fuerzas democráticas en Moldavia, Egipto, Túnez, Libia, Siria, Argelia, Bahréin, Yemen, Jordania, Costa de Marfil, Venezuela, Ucrania y, recientemente, Ecuador.
El deseo de ser libres hace que las personas busquen a cualquier costo comunicarse entre sí para definir sus normas de convivencia social. Por eso el uso de las redes sociales contribuye a facilitar, acelerar y a difundir universalmente los procesos de adaptación democrática hacia donde quieren y deben transitar las sociedades oprimidas.
Como bien decía Mark Zuckerberg, capo de Facebook:
“Cuando se les concede a todos una voz y se le da poder a la gente, el sistema por lo general termina en un estupendo lugar.”